Publicado por Nàdia y Didac
Lo que parecía para nosotros unas simples vacaciones turísticas para echarnos unas risas con nuestros amigos, se han convertido en un fantástico viaje lleno de aventuras, imprevistos y anécdotas para recordar. Hemos pasado 3 semanas de ensueño.
Nuestra llegada al aeropuerto de Singapur fue emocionante. Entre las pastillas de la Nàdia, los nervios del Dídac para pasar el control de aduana y el reencuentro con Eva y Ra, era para darnos un síncope. La primera tarde, todos juntos paseando por Singapur, nos sentíamos diferentes. Después de 5 meses sin vernos, era una situación extraña, aunque después de un ratillo de risas, nos dimos cuentas que todo seguía igual entre nosotros.
Nuestro primer destino fue Kuching, donde vimos cosas espectaculares, el parque nacional de Bako y el de Semengoh nos dejaron con la boca abierta. También hay que decir que el “gran resort” donde dormimos (habitación de 1mx1m con colchón en el suelo) nos empezó a enseñar lo que nos esperaba en este viaje.
Después de dos aviones, dos taxis, una barca y la caminata de nuestra vida, conseguimos alojamiento en las Perenthian. A pesar de que nosotros esperábamos una isla menos explotada, pasamos momentos inolvidables. Las playitas de arena blanca con agua de color turquesa, el snorkel, los “paseos” por la selva y nuestras grandes cenas con mojitos, hicieron de las islas un lugar para recordar.
A partir de aquí nuestro viaje ha sido un no parar. Kuala y su mercado nocturno volvían locas a Eva y a Nàdia (incansables en el arte del regateo), mientras los chicos disfrutaban del Mundial. De aquí a Chiang Mai, el norte de Thailandia, la ciudad de los 300 templos nos encantó. No sabemos si fue por la acogedora ciudad o por el regalazo del masaje que nos hizo Raúl, pero nos quedamos con muy buenas sensaciones de este lugar.
Para dirigirnos a Laos, cambiamos el transporte aéreo por nuestros amigos conductores de “minivans”, en las cuales hemos pasado un montón de horas que nos han dejado en más de una ocasión con los huesos molidos. De Luang Prabang nos quedamos con la última noche, nuestra verbena particular. Una típica barbacoa laosiana acompañada de Beerlao y cocktails, hicieron que pasásemos una de nuestras mejores veladas.
Cogiendo otra fantástica furgonetilla donde no podíamos ni parpadear y Nàdia echó su primera papilla, llegamos a Vang Vieng. Nuestra excursión en bicicleta nos ha dejado unos buenos gemelos y unas cuantas agujetas en el trasero. Lo mejor de Vang Vieng: el Tubbing. Bajar un rio con un neumático, tirarse en tirolina, jugar un partido de vóley en un barrizal y parar de bar en bar a tomarnos unos buckets… hubiese sido para repetir. Lo más grande de todo, nuestro hurto descarado de un neumático (el cual previamente nos habían quitado a nosotros), a un grupo de ingleses que intentaron recuperarlo sin éxito hasta el final de la travesía.
Con estas cuatro líneas, hemos intentado resumir nuestro viaje, aunque no tenemos suficientes palabras para describir lo que hemos vivido durante estas semanas. Nos hemos sentido parte de esta gran aventura que están realizando Eva y Ra, y tener que marcharnos nos produce un gran sentimiento de pena. Nos llevamos con nosotros una mochila llena de estupendos recuerdos y una experiencia irrepetible.
Tenemos que darles las gracias por dejarnos compartir esto con ellos y organizarnos el mejor viaje de nuestra vida.
Evi y Ra, os esperamos con los brazos abiertos en Vilassar, os echaremos de menos!
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