miércoles, 29 de septiembre de 2010

La buena vida

Publicado por Ra

Hace unos días dejamos atrás Indonesia, como siempre, previo trayecto de incontables horas a bordo del tren que unía Yogia con la capital de Java, Jakarta. Como no teníamos intención alguna de pasear por una de las ciudades más grandes y polucionadas de Asia, cogimos el tren nocturno con asientos de “bisnis class” (es decir, bussines, así es como lo escriben ellos, que conste…).


Lo que en principio parecía un trayecto cómodo volvió a convertirse en toda una experiencia de humanidad… convoy con 3 ventiladores del que sólo uno funcionaba correctamente, ventanas rotas, asientos duros como una piedra y gente y más gente ocupando asientos, pasillos, esquinas e incluso lavabos.

Así que nada más aterrizar en Tailandia y tras debatir cómo íbamos a encarar nuestros últimos dias de viaje antes de volver a casa, decidimos que la mejor forma era permitiéndonos aquellos pequeños lujos que en 8 meses hemos tenido que evitar para poder llegar hasta el final. Se acabaron las pensiones cutres, las guesthouses a tomar por saco del centro del pueblo, los lavabos compartidos y los agujeros en el suelo.


La más que explotada isla de Phuket ha sido nuestra primera parada. No es que tuviéramos especial interés pero visto que era el vuelo más barato para salir de Indonesia tampoco le vimos demasiados peros. Instalamos nuestra base en el mismo pueblo de Phuket en un hotel con todas las comodidades que necesitábamos para descansar del trayecto en tren + vuelo. El pueblo no tiene nada de nada… los turistas suelen dirigirse directamente del aeropuerto a las congestionadas playas… nosotros eso lo hicimos en moto al día siguiente. La verdad es que nos ha sorprendido para bien… aunque el tema tiene trampa… y es que estamos en temporada de lluvias y el turismo ahora es mínimo con lo que puedes estar en playas absolutamente tú solito y todo, absolutamente todo está casi a mitad de precio. La parte negativa, pues eso, que llueve.


Y como nunca sabes cuando se monta una tormenta (aquí en 5 minutos pasas de un sol abrasador a tormenta tropical) pues siempre suele pillarte o encima de la moto o una vez has desplegao el chiringuito en plena playa. Todo y así el tiempo nos está respetando un poco ya que hace más de 40 años que llueve tan poco.


De Phuket nos trasladamos a la isla de Ko Phangan, mundialmente famosa por las fiestas de luna llena. Así pues es una isla con un aire totalmente mochilero y fiestero. Nosotros no teníamos nada de ganas de jovencitos borrachos y música a tutiplén así que íbamos algo acollonidos. Pero nada más llegar al barco y ver cómo bajaban de él tropecientas mil almas en pena con resaca (algunos de ellos incluso aún les duraba el pedal de la noche anterior) nos dimos cuenta que acabábamos de perdernos la fiesta. Sólo diremos que fuimos de los únicos turistas en pillar el barco ese día para ir a la isla… el resto de la gente se estaba yendo.


Mira tú que bien que nos hemos encontrado con una isla medio desierta dónde la única playa algo abarrotada es dónde se celebra la mega fiesta…y es que aún quedaban muchos colgaos intentando sobrevivir a los efectos de tanto alcohol y drogas.


Nosotros optamos por largarnos a la otra parte de la isla dónde hay mejores playas y alojamientos y así disfrutar de la luna llena simplemente con un baño nocturno en la playa. Tras ver unos pocos (llegamos de noche y no era cuestión de estarse mucho rato) elegimos unos bungalows con piscina y lavabo al aire libre la mar de majos… y al ser temporada baja, a mitad de precio.


Estos días hemos aprovechado para darnos a la mala vida…de la piscina a la playa, una siesta, otra playita, piscina de nuevo... vamos a llegar la mar de relajaditos a casa... qué le vamos a hacer, algo bueno había de tener esto de los últimos días no?

P.D: Ya está subido el albúm de fotos de Indonesia de los últimos 2 meses

martes, 21 de septiembre de 2010

Java a medio gas

Publicado por Eva

Y tras dejar Bali, con un interminable bus y ferry, llegamos a Java, la isla de la capital de Indonesia. En esta enorme isla hay dos cosas imprescindibles para ver, por un lado, el Gunung Bromo, un volcán con chimeneas humeantes y espectaculares vistas, y por otra parte, el templo de Borobudur, uno de los centros budistas más importantes.


Listos de nosotros, hace tiempo que nos deshicimos de toda nuestra ropa de abrigo, por lo que subir al volcán con una camiseta de tirantes y un pareo no era la mejor idea, ya que allí las temperaturas bajan hasta los mínimos. Así que solo nos quedaba ir a la ciudad de Yogyakarta, ya que es la más cercana al famoso templo. Al llegar nos encontramos con la típica ciudad asiática, llena de motos, ruidos, y polución. Además al ser musulmana y al acabarse el Ramadán, tienen la fiesta post-Ramadán, lo que viene siendo una subida de precios en casi todo.

Cuando por fin encontramos un sitio para dormir, decente y acorde con su precio, fuimos a dar una vuelta por el mercadillo y sus calles. En verdad resultó bastante agobiante, gente por todos lados, un calor sofocante y vendedores acosando a los turistas para que compren sus poco agraciados productos…

Al día siguiente fuimos a visitar el Kratón, que es la residencia del Sultán, y es que Yogyakarta es de las únicas ciudades del mundo donde todavía se rige por un Sultán.



El recinto consta de un montón de dependencias con objetos personales de los diferentes Sultanes, el taller de Batik, (estampado con el que se vestían y visten hoy en día los hombres) a lo que hace que las telas y decoración sean más tristes. Lo mejor de la visita fue que por fin pudimos asistir a una actuación de música y danza típica indonesia.



El templo de Borobudur, junto con Angkor Wat en Camboya y el templo Bagán de Myanmar, forman el conjunto de templos budistas más grandes y más importantes del mundo.



Como el templo está a unos 50Km de la ciudad, para variar, alquilamos una motillo y así visitarlo a nuestro aire. Ya que en la ciudad cada dos pasos te encuentras a alguien que te quiere vender el típico tour o te ofrece transporte para llegar al templo. Aparte de todo lo que representa, lo curioso de Borobudur es que si lo miras desde arriba, tiene forma de mandala, que es el típico dibujo que realizan los monjes budistas.



En la entrada un poco más y nos da un infarto al ver los precios que los turistas tienen que pagar para acceder al templo. Pero lo peor fue que el templo resultó un poco decepcionante, quizá por las expectativas creadas o quizá porque en media hora ya te lo has recorrido o porque el precio no se corresponde a lo que hay dentro… De camino de vuelta paramos en otro templito, Menduk, donde está el único Buda del mundo que toca con los pies el suelo.


Definitivamente esta parte de Java ha resultado ser de lo más flojillo de lo que hemos visto de toda Indonesia, es más, se puede decir que es totalmente prescindible comparada con sus vecinas Bali, Lombok y Sulawesi, donde la gente, los paisajes y el ambiente más relajado en general, hacen que te cueste dejarlas atrás.

Y ya solo nos queda coger un tren que nos lleve a Jakarta, la capital, donde el mismo día cogeremos un avión hasta Tailandia. En total han sido dos increíbles meses por este país, formado por miles de islas y cada una tan diferente de la de al lado que parecen países diferentes. Donde hemos hecho amigos, hemos comido mie goreng por un tubo (los mie goreng son los típicos noodles fritos) y hemos estado por sus espectaculares playas y fondo marino y lo único que podemos decir es que estamos seguros que no pasará mucho tiempo hasta que regresemos a Indonesia.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La cara B de Bali

Publicado por Ra


Durante los últimos días hemos estado recorriendo parte del norte de Bali a lomos de nuestra moto que aguanta lo que le echen. Esta parte de la isla sería un poco como la cara B de los antiguos discos de vinilo… la comparación podría haber sido con los casettes típicos de gasolinera pero no quedaría tan cool tratándose de Bali. En los vinilos las mejores canciones o las más conocidas solían venir en la cara A y para la cara B siempre dejaban aquellas rarezas o remezclas no tan famosas pero a las que al final les acababas por pillar el gustillo hasta el punto de que al cabo del tiempo, empezabas a escuchar el vinilo por la cara B.

Pues esto es un poco lo que pasa con el norte de Bali. Para mucha gente es una parte totalmente desconocida en la que nunca llegan a poner los pies. Y es que para muchos (léase adolescentes…y australianos) Bali es sinónimo de juerga y playas. Y claro, si comparamos el norte con el sur sólo en estos dos aspectos está claro cuál de los dos sale perdiendo por goleada… las mejores playas, las de arena blanca, aguas cristalinas, olas perfectas para el surf y gente guapa son las del sur (Kuta y alrededores). Y en cuanto a lo de salir de fiesta, esto sólo existe en Kuta, capaz de satisfacer a tanta hormona suelta.


Y ahí radica el punto fuerte del norte… cada kilómetro que te aleja del bullicio y el ajetreo del sur te acerca más a la tranquilidad y autenticidad de la verdadera Bali. Aquí no importa que las playas no sean perfectas (es más, muchas de ellas son bastante feas). No importa que no existan los restaurantes de alta cocina. Que no se vean las mansiones de los adinerados. Aquí lo verdaderamente importante es que los locales te siguen recibiendo con los brazos abiertos, te hablan mirándote a la cara y sobretodo sonríen casi sin parar, como agradecidos por haber decidido a darle una oportunidad a su lado de la isla.

Los primeros días los pasamos en la zona de Amed, que es como se denomina a un grupito de minúsculos pueblecitos de la costa este.


En principio pensábamos estar sólo un par de días y al final acabamos alargando nuestra estancia y por falta de tiempo no nos quedamos más. Los que llegan hasta aquí se dedican básicamente al submarinismo y a la contemplación ya que no hay mucho más que hacer. Pese a tener muchos puntos de inmersión no es una zona muy famosa en Bali pero los que vienen se encuentran con aguas azules transparentes, unos corales de una viveza que no habíamos visto hasta el momento en Indonesia y una visibilidad tan buena que muchas veces sólo con unas gafas y un tubo puedes disfrutar lo mismo que a 20 metros de profundidad. Aquí se encuentran varios pecios (barcos hundidos) americanos y japoneses. Nosotros al ir algo escasos de dinero (se acerca el final y el bolsillo se resiente) sólo pudimos hacer snorkel pero nos lo pasamos en grande.

Amed es un pedazo escarpado de costa, con continuas subidas y bajadas y con el siempre presente volcán Gunug Agung como telón de fondo, que además de hacer el paisaje y las puestas de sol espectaculares sirven de base para los típicos hoteles con piscinas infinity.


Nosotros nos decantamos por la típica familia del pueblo que se ha montado un par de casitas con su restaurante para pasar los días. Ni qué decir que nos trataron como a reyes y que estuvimos muy a gusto.


Y cuando llegaba la hora de llenar el estómago, agarrábamos de nuevo la moto y nos dábamos una vueltecilla por los pueblos hasta dar con un puestecito apañao de algún lugareño. Los había incluso que directamente te ponían las cuatro mesas en plena arena para contemplar las estrellas…otro tipo de lujo distinto a los del sur.

Cuando finalmente llegó la hora de partir, seguimos por la costa hasta llegar a las playas de Lovina, ya en plena costa norte.


Aquí las playas, aparte de ser de arena negra como en todo Bali excepto en el sur, están al servicio de los locales y no de los turistas. En ellas descansan los barcos de los pescadores y no las toallas de los bañistas, mientras los niños corretean y se bañan desnudos. Aquí no se cuidan las playas… es normal que estén llenas de porquería… y los tramos dónde se ve la arena limpia tienen trampa… no limpian sino que esconden… vamos, que hacen un agujero en la arena y meten toda la mierda para volverlo a tapar con arena…de ahí que si juegas con la arena te puedes llevar más de una sorpresita…


Y cómo Lovina en sí no tiene mucho encanto lo aprovechamos de base para descubrir el interior de la isla, o lo que os lo mismo, la zona montañosa, o lo que es lo mismo, la parte dónde nunca hace sol y siempre está cubierta por nubarrones negros. No es broma, desde que estamos en Bali, siempre que miras hacia las montañas está cubierto por nubes, aunque en la playa haga un sol y un calor insoportables. Así que con nuestros chubasqueros y con la única manga que nos quedaba nos fuimos a explorar el interior. Es una zona que nos hubiese gustado el poder disfrutarla más ya que está repleta de trekkings entre arrozales, lagos y volcanes.



A cada metro que subíamos de altitud notábamos el cambio de temperatura. Desayunando en la playa nos moríamos de calor y a media mañana en plena montaña nos estábamos pelando de frío. Una niebla espesa nos esperaba en lo alto del camino… aquello parecía más un día cualquiera de trekking en Nepal que una excursión por Bali. Al final sólo pudimos llegar hasta uno de los templos hindú-budistas más importantes de la isla, que se encuentra en mitad de un pequeño lago ya que está dedicado a la diosa del agua y hasta allí se acercan a rezar y a pedir agua en abundancia para todos los campesinos de Bali. Y yo no sé si aquel día pasarían por allí cientos y cientos de peregrinos porque fue llegar al templo y empezar a caer un aguacero del copón que nos empapó de arriba abajo y que nos tuvo refugiados en los lavabos del templo hasta que amainó un poco. Aunque eso fue un puro espejismo ya que al pillar la moto para empezar el camino de vuelta volvió de nuevo la lluvia… en mi vida me he mojado tanto como durante las casi dos horas del camino de vuelta… hasta del casco de la moto me caían chorretones de agua… y sin un techo en el que refugiarnos en todo el camino! Así llegamos de mojados que han pasado dos días y la ropa casi se nos ha secado.


En fin, lo dicho, no hay viaje a Bali que se precie sin una motocicleta y ganas de aventura y de perderse por caminos remotos al otro lado de la masificada isla… da igual dónde te acabe llevando la carretera, seguramente al final de ella habrá algún balinés con una gran sonrisa y los brazos abiertos esperándote.

jueves, 9 de septiembre de 2010

El lado más explotado de Bali

Publicado por Eva

Y tras dejar Lombok atrás, nos pusimos otra vez rumbo a Bali pero esta vez el destino era Ubud. Allí nos estaban esperando Pancho y Alex, la pareja que conocimos en Senggigi y que al final hicimos lo posible para volver a coincidir con ellos. Antes de bajarnos del minibús, ya nos dimos cuenta que aquello nada tenía que ver con los pueblecitos de Lombok. Había restaurantes europeos por todos lados, tiendas de decoración y ropa, pero lo que más me llamó la atención y me gustó fue el peculiar olor de aquel lugar. En Bali no son musulmanes, la mayoría son hinduistas-animistas y varias veces al día hacen ofrendas florales y de incienso para que los espíritus les protejan, eso deja un agradable olor en el aire, ojala muchas ciudades asiáticas hicieran lo mismo...



Una vez instalados en el hotel típico balinés que nuestros compañeros habían reservado, nos fuimos a comer y de compras al mercadillo!!!

           
Como siempre hay que tener ojo para el regateo pero puedes encontrar bastantes gangas y con las ganas que tenía de compras no nos fuimos con las manos vacías…



En Ubud con solo pasear por sus calles ya te puedes hacer una idea del arte y de la arquitectura de esta isla. Pero lo mejor es visitar sus templos y edificios por dentro y por fuera, ya que hay figuras de dioses y espíritus por todas partes.



Por otro lado, Ubud está rodeada de campos de arroz, a ellos se llega a través de una calle donde todas las baldosas están firmadas por turistas o por los propios locales, como a lo paseo de la fama de Hollywood. A los lados están las casitas de los balineses y esta parte de la ciudad es mucho más tranquila y sosegada, de hecho ni siquiera se escucha el bullicio de motos ni de los claxons.



Otra cosa interesante para hacer en Ubud es ir a dar una vuelta por las fábricas de muebles y demás decoración. Al estar más alejada de la ciudad no puedes ir andando, nosotros fuimos los 4 en una sola moto, que eso de por si ya fue una aventura.



La verdad que es muy bonito todo lo que tienen expuesto y de tener una casa seguro que hubiésemos comprado un montón de cosas ya que el precio es de risa. Tras el paseíto por las tiendas nos fuimos a ver a los monos en el Monkey Forest, que es un Santuario de los amigos de Raúl, los macacos ladrones. El único aliciente era ver a los monos, pero como estaban todos en los alrededores no pagamos el ticket y nos quedamos en la entrada riéndonos de cómo los macacos hacían de las suyas con todos los inconscientes turistas que se les acercaban!



De Ubud nos fuimos a Kuta (Bali). Esta ciudad se parece mucho más a cualquier pueblo de playa tipo Salou o Lloret de Mar que a cualquier otra cosa, con la diferencia que en lugar de las gambitas inglesas aquí hay surfers australianos. Aparte de miles restaurantes de todo tipo, también están las cadenas de restaurantes universales como el McDonal’s o el Pizza Hut y por supuesto hay un montón de tiendas de souvenirs, de ropa de marca y como no, una calle llena de bares de copas y discotecas. Sinceramente para nosotros este no sería un destino de vacaciones pero después de haber pasado tanto tiempo en pueblecitos donde a las once ya no había luz, no me importó en absoluto pasar aquí unos días. Igualmente lo mejor que puedes hacer en Kuta es alquilar una moto y recorrer los tranquilos alrededores.

Primero fuimos a Jimbaran, que es una playa donde hay restaurantes en la propia arena y sirven un barato y delicioso pescado a la parrilla, así que nos quedamos a cenar. Además de pescado también tienen marisco, pero como cocinan las gambas a su manera, Pancho se ofreció a cocinarlas él mismo, así que tuvimos a toda la cocina revolucionada con las gambas a “la española”.



El día siguiente amaneció gris, por lo que no había muchos ánimos de ir a la playa, así que primero dimos una vuelta por las tiendas y luego como Rául se tenía que cortar el pelo, antes de que le volvieran a hacer una chapuza como veces anteriores, que mejor que el estilista de Alex le hiciera un cambio de look. Total que entramos en una peluquería y pagamos el corte de pelo solo a cambio de la utilización del material, ya que Alex se puso manos a lo obra.


El resultado estupendo y entre la clase de Pilates y las gambas de Pancho y el nuevo corte de pelo de Alex, es un chollo viajar con estos dos! Lo mismo sirven pa un roto que pa un descosío….



Por la noche nos dimos un caprichín y fuimos a cenar a Seminyak, el pueblo pijo de al lado. De camino pudimos ver los lujosos hoteles y los exclusivos restaurantes. Aquí es donde vienen todos los turistas con dinero de verdad, todos los restaurantes y tiendas son muy elegantes. Por supuesto también fuimos a comprobar que tal es la noche balinesa, solo al andar por la calle ya te llenan de propagandas, merchandising para que entres a los sitios, nosotros primero fuimos a probar los cócteles del Sky Garden y luego nos acercamos a Bounty, la famosa discoteca en la que hubieron los atentados hace años. Los locales están muy bien y son ideales para la gente que busque marcha hasta las tantas de la mañana.


Al día siguiente nos acercamos hasta la playa de Nusa Dua, por estas playas encontramos a muy pocos turistas, aguas tranquilas y transparentes… una maravilla vamos y cuando el hambre apretó volvimos a ir a comer pescado a Jimbaran, donde la playa también vale mucho la pena.


Por la noche nos despedimos de Pancho y Alex ya que volvían a Barcelona, pero que estamos seguros que volveremos a ver pronto ya que lo pasamos genial con ellos.


Bindin es la última playa donde nos dejamos caer, por aquí ya solo hay villas, resorts y algún que otro hotelillo más modesto y es que la playa es espectacular, este lugar es de los más tranquilos de los que nos hemos encontrado por Bali, la arena compite con los acantilados por el espacio y el agua es turquesa profundo. Es muy bonita y diferente a lo que estamos acostumbrados a encontrarnos.


De camino de vuelta paramos en el templo de Uluwatu.


El acantilado es increíble y aquí también hay una comunidad de macacos donde te roban cualquier cosa que lleves colgando, vamos que como no hagas caso de las indicaciones te roban desde las gafas a las chanclas.



Y así es el sur de Bali, lujoso y frenético, y te puede gustar o no, pero está claro que no deja indiferente a nadie.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Todo el tiempo del mundo

Publicado por Ra


Blanco, azul y verde. Mires donde mires, esta es la paleta de colores que define el sur de Lombok: el blanco puro de la arena de sus playas, el azul turquesa de sus aguas y el verde intenso de su aún salvaje naturaleza.


Durante los últimos cinco días nos hemos dedicado a recorrer la parte más aletargada y pura de la isla de Lombok, el sur, que nada tiene que ver con la de su vecina Bali, masificada y explotada. Aquí nos hemos encontrado con pueblecitos de lugareños que aún se extrañan cuando ven a un forastero en motocicleta y a los que los niños saludan sin parar.


Aquí nos hemos relajado en playas casi desiertas…el casi es porque aún estamos en temporada alta y somos algunos turistas los que llegamos hasta aquí.


Después de cruzarnos toda la isla a moto llegamos al pueblo de Kuta, que de nuevo, poco se parece a su homónimo de Bali.


El pueblo en sí son un par de calles con un ambiente surfero totalmente relajado. Hasta aquí llegan con sus tablas los que buscan las mejores olas de la isla… y si no las encuentran da igual ya que cuesta dejar este pueblo… nosotros acabamos montando nuestra base aquí pese a que nuestra idea inicial no era esa… pero al ver lo a gusto que estábamos cualquiera nos hubiese movido. Y eso que con el tema dormir no es que hayamos tenido mucha suerte…y no lo digo por los alojamientos en sí sino por todo lo que les rodea. La primera noche acabamos petando en una casa del pueblo con 3 habitaciones. Resultado: la mezquita a tres pasos (y estamos en Ramadán así que le dan un tute…), y el corral llenito de gallos hicieron que tuviéramos una noche movidita…hasta la defensora de los animales dudó en salir en pijama al porche y empezar a apedrear a los gallos. A la mañana siguiente nos movimos a unos bungalows de bambú típicamente balineses muy majos y limpios.


Las noches posteriores fueron un calco de la primera: mezquita a tutiplén (no se cansan de cantar ni a las 3 de la mañana) y bar en la parte trasera con música hasta las tantas…esta vez eso sí no teníamos a los gallos de turno…nos los cambiaron por perros y motoristas sin silenciador en el tubo de escape…pa matarlos. Pero aún y así nos ha costado lo nuestro dejar este rincón de la isla.

Nada más llegar ya nos hicimos al ritmo que marcan los locales… levantarse con la calma, desayunar, ponerte el bañador y agarrar la moto para decidir hacía que dirección explorar las interminables bahías que se abren a lado y lado de la costa.


Una vez bien tostaitos, de vuelta al pueblo a comer algo, echar una siesta y holgazanear en el porche del bungalow, tomar una duchita de agua fría y acicalarnos lo justo para salir a cenar o a ponernos ciegos a base de zumos de fruta…vamos, todo un estrés…

Kuta es un lugar que pese a los miles de rumores de inversiones por parte de grupos extranjeros, aún se mantiene intacta. Apenas hay infraestructuras aparte de las básicas como luz (con cortes cada dos por tres) y agua. Las carreteras, o más bien, la única que hay que te lleva hasta las aldeas y playas vecinas está llena de socavones y como te descuides te dejas parte de la moto en ellos. El sustento de los lugareños proviene de la pesca durante el año y del turismo durante los meses de temporada (léase julio y agosto)… y esta ha sido la parte que más pesada se nos ha hecho ya que cada cinco minutos alguien salido de debajo de las piedras aparece para intentar venderte desde pulseritas hasta recuerdos típicos del lugar… dicho sea de paso que los dos hemos picado comprando alguna cosilla...ejem…

El sur de Lombok nos ha encantado y volveríamos con los ojos cerrados… tanto es así que no nos hemos estado de mirar algún terrenillo… tranquilas las familias que ha sido sólo por curiosear! Pero si alguien se aventura a invertir algún dinerillo le recomendamos esta parte de Indonesia…no se arrepentirá!