martes, 21 de septiembre de 2010

Java a medio gas

Publicado por Eva

Y tras dejar Bali, con un interminable bus y ferry, llegamos a Java, la isla de la capital de Indonesia. En esta enorme isla hay dos cosas imprescindibles para ver, por un lado, el Gunung Bromo, un volcán con chimeneas humeantes y espectaculares vistas, y por otra parte, el templo de Borobudur, uno de los centros budistas más importantes.


Listos de nosotros, hace tiempo que nos deshicimos de toda nuestra ropa de abrigo, por lo que subir al volcán con una camiseta de tirantes y un pareo no era la mejor idea, ya que allí las temperaturas bajan hasta los mínimos. Así que solo nos quedaba ir a la ciudad de Yogyakarta, ya que es la más cercana al famoso templo. Al llegar nos encontramos con la típica ciudad asiática, llena de motos, ruidos, y polución. Además al ser musulmana y al acabarse el Ramadán, tienen la fiesta post-Ramadán, lo que viene siendo una subida de precios en casi todo.

Cuando por fin encontramos un sitio para dormir, decente y acorde con su precio, fuimos a dar una vuelta por el mercadillo y sus calles. En verdad resultó bastante agobiante, gente por todos lados, un calor sofocante y vendedores acosando a los turistas para que compren sus poco agraciados productos…

Al día siguiente fuimos a visitar el Kratón, que es la residencia del Sultán, y es que Yogyakarta es de las únicas ciudades del mundo donde todavía se rige por un Sultán.



El recinto consta de un montón de dependencias con objetos personales de los diferentes Sultanes, el taller de Batik, (estampado con el que se vestían y visten hoy en día los hombres) a lo que hace que las telas y decoración sean más tristes. Lo mejor de la visita fue que por fin pudimos asistir a una actuación de música y danza típica indonesia.



El templo de Borobudur, junto con Angkor Wat en Camboya y el templo Bagán de Myanmar, forman el conjunto de templos budistas más grandes y más importantes del mundo.



Como el templo está a unos 50Km de la ciudad, para variar, alquilamos una motillo y así visitarlo a nuestro aire. Ya que en la ciudad cada dos pasos te encuentras a alguien que te quiere vender el típico tour o te ofrece transporte para llegar al templo. Aparte de todo lo que representa, lo curioso de Borobudur es que si lo miras desde arriba, tiene forma de mandala, que es el típico dibujo que realizan los monjes budistas.



En la entrada un poco más y nos da un infarto al ver los precios que los turistas tienen que pagar para acceder al templo. Pero lo peor fue que el templo resultó un poco decepcionante, quizá por las expectativas creadas o quizá porque en media hora ya te lo has recorrido o porque el precio no se corresponde a lo que hay dentro… De camino de vuelta paramos en otro templito, Menduk, donde está el único Buda del mundo que toca con los pies el suelo.


Definitivamente esta parte de Java ha resultado ser de lo más flojillo de lo que hemos visto de toda Indonesia, es más, se puede decir que es totalmente prescindible comparada con sus vecinas Bali, Lombok y Sulawesi, donde la gente, los paisajes y el ambiente más relajado en general, hacen que te cueste dejarlas atrás.

Y ya solo nos queda coger un tren que nos lleve a Jakarta, la capital, donde el mismo día cogeremos un avión hasta Tailandia. En total han sido dos increíbles meses por este país, formado por miles de islas y cada una tan diferente de la de al lado que parecen países diferentes. Donde hemos hecho amigos, hemos comido mie goreng por un tubo (los mie goreng son los típicos noodles fritos) y hemos estado por sus espectaculares playas y fondo marino y lo único que podemos decir es que estamos seguros que no pasará mucho tiempo hasta que regresemos a Indonesia.

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