domingo, 20 de junio de 2010

Sin birras no hay paraíso

Publicado por Ra y Di

Tras un viajecito algo movidito en avión aterrizamos bien entrada la noche en Kota Bharu, un pueblo que no existiría en el mapa si no fuera por ser la puerta de entrada a las islas Perhentian. Lo malo de llegar a las tantas es que aquí los dos hombretones tuvimos que patearnos el pueblecito en busca de alguna opción pasable para dormir… al final la búsqueda tuvo su recompensa.

A la mañana siguiente agarramos un taxi local para llegar hasta el embarcadero de Kuala Besut… me río yo de la D.G.T en España….aquí las líneas en la carretera las pintan por hacer bonito y las normas de circulación se las pasan por el mismo retrovisor… Así que tras hora y media de llevarlos por corbata llegamos “justo a tiempo” para pillar el barco que salía para las islas… ( léase barco del primo del dueño del hotel donde dormimos la noche anterior, amigo del taxista suicida conchabao con ambas partes…vamos, que aquí los del mercadillo de Cornellà se frotarían las manos…)

Nuestra primera intención era dormir en la playa de Coral Bay, la playa más tranquila de la isla pequeña de las Perhentian. Pero nada más llegar y tras el primer “ohhh qué bonito” empezamos a darnos cuenta que la cosa no sería tan fácil como habíamos pensado… nada más plantar los pies en la arena apañamos un campamento provisional con nuestro hombre boya Didac mientras los demás buscábamos alojamiento. La misión principal del hombre boya es la de vigilar las mochilas, cosa que aquí el amigo lo hacía desde el agua y en posición bastante relajada.


Con lo que no contábamos era con el overbooking de la playa así que recogimos los bártulos y atravesamos la selva para llegar a la playa principal bajo un lorenzo de cojones. Coral Bay no acabó de cubrir nuestras expectativas puesto que al ser temporada alta la playa estaba plagada de barcas que no dejaban hueco para el baño y la relajación. Al llegar a Long beach dejamos a las niñas bajo una palmera y nos pateamos todos los hotelitos de la playa hasta encontrar uno con dos habitaciones para pasar la primera noche… el único que quedaba…menos mal.


Así que 3 horas después de llegar a la isla pudimos dejar las mochilas y empezar a disfrutar de lo que habíamos venido a buscar : aguas azul turquesas, buen snorkel y algo de desconexión.


Aún así nos habían hablado tan bien de estas islas que la verdad nos esperábamos algo más…no digo que no sean el paraíso pero sí que tanta publicidad le está haciendo mucho daño… saturación de turistas, playa sucia por la mañana tras una noche de fiesta y la cerveza por las nubes (no es lo mismo el paraíso sin una bien fresquita en la mano!). El resto del primer día lo pasamos en el agua…empiezo a dudar que el señor Didac no sea más un pez que una persona…el tío no salía del agua ni a la voz de “ a comer!”… por la tarde a ver el atardecer en Coral Bay…lástima de las nubes porque tenía pinta de ser memorable.



Al segundo día nos cambiamos de hotel y por fin dimos con uno algo más especial…casita en una punta de la playa con vistas al mar…aunque lo nuestro nos costó con la maldita recepcionista del hotel…la jodía nos lo puso difícil… y todo de regalo de cumple que nos hicieron Nadia y Didac...ole y ole...


Esa misma tarde las niñas decidieron ir a dar una vuelta hasta una playa en la que habían tortugas…la cosa no hubiese tenido más si no fuera porque el paseo que, en un principio y según 2 locales y 2 fumaos a quienes preguntamos, era de 15 minutos acabó siendo de hora y media….y es que atravesar la selva con chanclas, bañador y poco más trae sus consecuencias: la primera, la espalda llena de picotazos de mosquitos. La segunda, los piños varios bajando cuestas. Tercera, equivocarse de camino y cuarta, llegar con las chanclas rotas.


Lo bueno eso sí es que llegamos a una playa desierta (con la cual no contábamos) de putifa para darnos un bañito. Finalmente y por nuestros cojones llegamos a D’Lagoon, la playa con las tortugas. Por la noche y tras varios días a base de noddles y hamburguesas decidimos darnos un capricho y acabamos en un garito de españoles comiendo un buen filete que devoramos en apenas unos segundos.


Nuestro último día en la isla lo dedicamos básicamente a madrugar para nada (omitimos comentarios, somos así de listos) y a hacer una excursión de snorkel para nadar con tortugas, tiburones de arrecife y disfrutar de los corales y peces de estas aguas. Para Didac fue la primera vez y a pesar de casi quedarse en bolas al saltar del barco, le gustó la experiencia y la recomienda…eso sí, advierte de llevar bañador ajustado y saltar de espaldas en la barca. La última noche volvimos al bar de los españoles a darnos otro festín a base de pasta con langosta, tarta de chocolate y unos cuantos mojitos para hacer bajar la comida mientras charlábamos con uno de los chavales del bar sobre la vida…


Tras 3 días en las Perhentian nos vamos con un buen sabor de boca pese a no ser del todo lo que esperábamos…quizás seamos demasiado exigentes pero estoy seguro que si las llegamos a pillar hace un par de años hubiese sido espectacular. Y un consejo de Nadia y Didac aplicable a todo turista que nada más llegar de Europa se tope con Asia : bañarse en loción anti mosquitos a la vez que se unta de protector solar factor 50 haciendo una película viscosa en todo el cuerpo. El resultado de no seguir a rajatabla el consejo es acabar quemado en alguna parte del cuerpo y a la vez con picaduras de mosquitos… Con todo, una experiencia a repetir!

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