Queenstown desde el aire

Publicado por Ra

Pie derecho al frente, un paso, otro más y a correr… de repente tus pies ya no tocan el suelo. Echando la vista atrás queda Coronet Peak, a unos 950 metros de altura. Sin apenas darte cuenta experimentas una de las sensaciones más mágicas… estás volando. Ahora es el viento el que dicta las normas, el que te sujeta y decide si subes o bajas meciéndote a su entera voluntad. Ahora lo ves todo de una forma totalmente distinta, desde arriba hacia abajo, a vista de pájaro.

La panorámica es bestial: montañas a ambos lados, ríos de aguas bravas colándose entre prados, lagos de azul turquesa y como telón de fondo la ciudad de Queenstown. Son en momentos como estos cuando experimentas la mejor de las sensaciones… durante unos momentos te sientes libre de verdad, te sientes vivo.

20 minutos después aterrizo y mientras espero a que Eva haga lo propio no puedo hacer sino recordar una y otra vez la experiencia tan intensa que acabamos de tener.

Queenstown es la ciudad de los deportes al aire libre por excelencia de Nueva Zelanda y todo el mundo que viene a este país acaba pasando tarde o temprano por aquí.

Y una vez llegas es inevitable caer en la tentación. Aquí todo cabe y las posibilidades son infinitas. Eso sí, todo tiene que acabar que “ing” como si así fuera o más divertido o espectacular: sky diving, paragliding, jet boating, rafting, bungy jumping, kayaking, etcetering,etcetering… pero como nosotros queríamos algo con un nombre más castizo nos decantamos por el ala delta ( aunque en realidad en inglés acaba muriendo en –ing como todo lo demás…).

Lo típico de la ciudad es hacer uno de los muchos “bungies” que hay repartidos por la zona. No en vano fue en esta ciudad dónde se inventó esto del puenting y las opciones pasan desde la más nostálgica ( te lanzan desde el puente original que dio inicio a esta disciplina), pasando por la más espectacular ( el mayor salto al vacío atado de pies se hace aquí desde una plataforma colgada entre 2 valles a más de 150 metros de altura) hasta llegar a la más salvaje ( sentado en una silla, con la cabeza metida en un cubo de basura o colgando cabeza abajo mientras ves cómo te cortan la cuerda que te sujeta). Nosotros tuvimos suficiente sólo con ver los vídeos que te enseñan así que nos quedamos con la tranquilidad de un vuelo más largo para contemplar la panorámica.

En Queenstown hemos pasado 2 días (no solemos quedarnos tanto en un mismo sitio) ya que debido a las inclemencias del tiempo tuvimos que esperar un día más a que amaneciera soleado. Y la verdad que nos ha gustado mucho. A mí especialmente. Eso sí, se respira consumismo allí donde pises y nos ha acabado atrapando…que si un chocolatito por aquí, una cena en un japonés por allí, unas hamburguesas por allá ( por cierto, de las mejores que he probado nunca…enormes!).

Después de 2 días y de haber explorado las posibilidades del terreno (anda que no le he dado vueltas a la cabeza… estos sitios aún necesitan de alguna idea buena…jejeje) nos dirigimos hacia Arrowtown, un pueblecito con un look muy del oeste americano que tuvo su apogeo con la fiebre del oro…todo muy “encantador” como decía Eva…

Y finalmente esta tarde y tras varios Km de incertidumbre en los que nos hemos visto tiraos en la cuneta por falta de gasolina, hemos llegado a Wanaka…un pueblecito muy del estilo a Queenstown pero aún sin el masivo desarrollo de la anterior y con unas vistas aún mejores si cabe. Wanaka nos ha servido de base para llegar al Mt. Aspiring National Park, nuestro destino de cara a mañana para realizar la Rob Roy track de unas 4 horillas de montañas, ríos, cascadas y glaciares. Hoy de nuevo nos hemos plantado en una zona junto a un lago para dormir…lo haremos por la cara, si nadie nos echa antes! Antes eso sí, disfrutaremos de una cervecita fría admirando otra increíble puesta de sol.