Si Tenerife se caracteriza por alguna cosa, además de por su colorido, es por la diversidad de paisajes y los continuos contrastes con los que el visitante se topa a cada paso que da en la isla. En apenas algo más de 2.000 kilómetros cuadrados pasaremos de estar en playas desiertas a montañas volcánicas y paisajes lunares pasando por bosques espesos y costas accidentadas llenas de acantilados.
Y aquí, la meteorología es capaz de cambiar tan rápido como lo hacen los paisajes. Es curioso circular con el coche a 40º con un sol abrasador y en apenas 30 km entrar en la parte norte de la isla y de repente estar cubiertos por la famosa "panza de burra" (como llaman los locales al mar de nubes que cubre la parte alta de la isla) y tener que abrigarte para salir del coche sino quieres pasar frío de verdad.
Y aquí, la meteorología es capaz de cambiar tan rápido como lo hacen los paisajes. Es curioso circular con el coche a 40º con un sol abrasador y en apenas 30 km entrar en la parte norte de la isla y de repente estar cubiertos por la famosa "panza de burra" (como llaman los locales al mar de nubes que cubre la parte alta de la isla) y tener que abrigarte para salir del coche sino quieres pasar frío de verdad.
Una de las principales atracciones de la isla son las playas y aquí como no, también existen multitud de opciones en sus 342 km de costas... desde playas de arena negra de origen volcánico en los que apenas duras 3 segundos de lo que llega a quemar la arena, pasando por playas de arena más típica del Sáhara que de una playa ( y de un viento también más típico del Sáhara que hará que mastiques arena durante varios días seguidos), llegando a playas escondidas dónde el mar parece una piscina de aguas cristalinas o playas de aguas bravas y piedras más típicas del norte con un cielo gris incorporado que nunca hace que acabes de estar seguro si el chiringuito no acabará empapado en agua...
Y si la costa tiene tantos matices, el interior de la isla no se queda atrás. Tenerife es una isla de origen volcánico y de ahí que uno pudiese dar por supuesto que todo el paisaje será seco... pero nada más lejos de la realidad. Sí es cierto que el centro de la isla, siempre dominado por El Teide, el pico más alto de nuestro país con 3.718 metros, es más bien árido y bien pudiera parecer que estés paseando por la luna gracias a la amalgama de colores y texturas formadas por las erupciones volcánicas. Pero a pocos kilómetros de distancia también podemos encontrar parajes mucho más boscosos con profundos y escarpados barrancos, como la zona de Anaga y Teno, que además de ofrecer un respiro del calor también cuentan con una extensa red de caminos marcados perfectos para la práctica del senderismo!
Lo dicho, no veníamos con muchas expectativas sobre la isla y hemos de decir que nos vamos encantados con todas las actividades que hemos hecho, las caminatas realizadas y las vistas contempladas. Y como no, de su gente, que nos recibieron con los brazos abiertos desde el primer día!